El caudal hereditario es uno de los términos legales que generan más preguntas cuando fallece una persona. Definimos en qué consiste y cuáles son los trámites más habituales que debes llevar a cabo para cobrar la herencia que te corresponde.
¿En qué consiste el caudal hereditario?
Se considera herencia todo el patrimonio que deja la persona que ha fallecido (causante). También recibe el nombre de caudal relicto. A la hora de calcular el valor correspondiente deberías:
• Valorar los derechos, los bienes y las acciones que poseía la persona que ha fallecido (tanto a título individual como colectivo).
• Descontar las deudas que recaen en los bienes disponibles.
• No se consideran bienes que puedan repartirse el usufructo, ya que se extingue en cuanto muere la persona.
Una vez aclarados estos términos, llega el momento del reparto de la herencia que, como ahora verás, podría no ser tan sencillo.
¿Cómo se divide el patrimonio heredado?
Teniendo en cuenta lo expuesto en el artículo 1068 del Código Civil. La división o partición consiste en concretar cuáles son los bienes que va a recibir cada heredero, si hay más de uno, y cuál es la parte proporcional que le corresponde de la herencia.
Tras el reparto, el heredero o herederos, pasan a ser titulares legales de los bienes correspondientes. Es decir, no es suficiente con que haya un testamento donde se concreten los bienes que obtendrá cada persona, es imprescindible realizar una partición legal previa a la adjudicación.
La intervención judicial
Está regulada por la Ley de Enjuiciamiento Civil 1/2000 del 7 de enero. Debes solicitarla si compruebas que los bienes de una herencia están en situación de desprotección. Es un juez el que decidirá si interviene:
• De oficio. Implica que no hay herederos y tampoco testamento. Antes de tomar esta medida, el juez comprobará que no hay familiares vivos, cónyuge o colaterales de hasta cuarto grado. De haberlos y estar ausentes, o ser alguno de ellos menor y sin representante legal, comenzará el proceso legal.
• A instancia de parte. El cónyuge, un familiar, un heredero, la Administración o los acreedores solicitan el reparto de los bienes.
El proceso comienza con una serie de actuaciones de aseguramiento. Tras la incineración o entierro del difunto, se toman las medidas de seguridad pertinentes para evitar el robo o la ocultación de los bienes (incluyendo los documentos y la correspondencia).
El siguiente paso es que el secretario judicial averigüe si hay, o no, testamento o algún tipo de auto que se registrara en el Registro General de Actos de Última Voluntad. También se encarga de obtener el certificado de defunción. Una providencia del juez será el punto de partida de una investigación que determine si alguien tiene conocimiento del testamento de la persona fallecida. También se analiza si hay herederos legítimos en la línea de sucesión.
Posteriormente, se procede a realizar un inventario de los bienes ante los herederos. Finalmente, es el juez quien decide cómo será el reparto definitivo. La decisión final admite recurso. En este supuesto, el magistrado se basará siempre en la legislación vigente y también en facilitar el pago de las posibles deudas contraídas.
Como has comprobado, tanto en el reparto entre los herederos como en este último supuesto, el procedimiento exige que cuentes con un abogado que se encargue de todos los detalles. Solo así lograrás una resolución favorable que cumpla con la legislación vigente.
Esperamos haberte aclarado todo lo relativo al término legal antes mencionado y a las diversas soluciones disponibles al respecto. Seguro que ahora sabes cómo actuar llegado el momento y que no dudas en solicitar asesoramiento legal en caso de problema con tu herencia.
