La polémica alrededor de los exámenes no es nueva. La mayoría de las personas que han pasado por el sistema educativo acumulan una o varias experiencias negativas ante ciertos exámenes o asignaturas. Si también te ha ocurrido y te has sentido indefenso, debes tener en cuenta que puedes impugnar las preguntas de examen mal formuladas.
Reclamaciones en las universidades
El Real Decreto 1791/2010 establece el Estatuto del Estudiante Universitario. En él, se te otorga el derecho a impugnar un examen marcando dos fases claramente. En el artículo 30, se propugna el derecho del alumno a la revisión de su examen, lo que constituye la primera fase. Si tras la primera revisión no se ha llegado a un acuerdo, procede la impugnación ante un tribunal del departamento, si el examinador ha sido un profesor; o la solicitud de una revisión propia, si un tribunal ha sido el órgano que redactó el examen.
Si no has llegado a un acuerdo o a una solución que te satisfaga, inicias la segunda fase. En esta ocasión, interpones un recurso ante la Comisión de Reclamaciones de la universidad. Una vez agotadas todas estas vías, te queda el recurso contencioso-administrativo ante un juzgado competente.
En realidad, si no se trata de exámenes determinantes para tu futuro profesional o académico, tampoco merece la pena ir más allá de estas revisiones ya institucionalizadas.
¿Qué ocurre con los menores?
Deben ser los padres de los menores de edad quienes soliciten la rectificación de un derecho supuestamente vulnerado. Si es tu caso y quieres empezar por obtener una copia del examen que crees que está mal redactado, comienzan tus problemas. Las disposiciones normativas de las distintas comunidades autónomas no otorgan este derecho a los progenitores. Tienes derecho a estar informado, a participar en el proceso de aprendizaje y evaluación de tu hijo y a solicitar todas las aclaraciones que consideres oportunas, pero no tienen por qué darte una copia del examen.
Cada comunidad establece sus procedimientos de reclamación ante las delegaciones territoriales de Educación a través de las Comisiones Técnicas de Reclamaciones. Agotados estos recursos, queda el camino de la vía judicial.
También te puede interesar: Casos más típicos en los que acudir a un abogado de familia
Las preguntas mal planteadas en las oposiciones
Este es el ámbito donde más impugnaciones se formulan y las razones son múltiples. La importancia de lo que se juega el opositor prevalece como el motivo principal de las impugnaciones.
Tras un examen tipo test, la mayoría de los tribunales publican las plantillas de corrección. Aunque la publicación de las plantillas no constituye un acto administrativo, se te permite dirigir un escrito informal al tribunal señalando los errores que consideres oportunos.
El primer acto administrativo es la publicación de las listas provisionales de aprobados y sus calificaciones. Se abre un plazo, generalmente de 15 días, para que puedas presentar tus alegaciones. En ocasiones, puede ocurrir que las primeras listas que publique el tribunal no sean provisionales y tengan ya el carácter de definitivas.
Para la impugnación de las listas definitivas se prevén dos vías dependiendo del órgano responsable de su publicación. Si ha sido el propio tribunal, debes interponer un recurso de alzada ante él antes de 30 días para que lo derive a su órgano superior. Si, por el contrario, la publicación es realizada por este órgano superior, puedes agotar la vía administrativa con un recurso potestativo de reposición en el plazo de un mes, o bien un recurso contencioso-administrativo ante el juzgado competente en el plazo de dos meses.
Si las consecuencias pueden ser nefastas para tu futuro o te juegas un puesto de trabajo, no dudes en impugnar todas las preguntas que consideres mal redactadas o ambiguas.