Solicitar préstamos es de por sí un proceso que muchos quisieran evitar. Ahora imaginemos un préstamo multidivisa. Aquí te contamos las consecuencias de adquirir un préstamo de esta magnitud, a partir del caso de las hipotecas multidivisa.
Uno de los servicios financieros más publicitados por los bancos, son los préstamos. Estos se definen por un capital solicitado al banco, entregado por el mismo a un individuo y delimitado por unos acuerdos y condiciones entre ambas partes. Aun así, existen un tipo de préstamos que deben tratarse con cuidado y que exigen un conocimiento más avanzado del que posee el cliente habitual.
Este tipo de productos financieros son conocidos como prestamos multidivisa, que requieren una comprensión e información suficientemente amplia para entenderlos, en cuanto al alcance del panorama económico ya que dependen de la constante fluctuación de las monedas extranjeras.
Generalmente las entidades bancarias han ofrecido este tipo de préstamos a los clientes, con la finalidad de que estos paguen intereses más bajos. Todo ello, acorde a las divisas que se encuentren por debajo del euro.
Hay que tener en cuenta que las divisas más recurrentes al pedir préstamos, son el yen y el franco suizo.
Sin embargo, no todo es tan idílico como parece.
La utilización de multidivisas es una de las operaciones financieras más complejas, ya que requieren un nivel avanzado de conocimientos sobre economía y fluctuación de valores.
Dichos conocimientos no son propios de la mayoría de clientes bancarios, pues hay una variable significativa y un análisis de fondo que se debe tener presente antes de ofrecer o pedir un préstamo. Uno de esos puntos importantes es la fluctuación de la moneda, es decir, el cambio del valor de la divisa extranjera, frente a la nacional.
Por ejemplo, supongamos que en el momento del préstamo, el franco suizo se presentó por debajo del euro, probablemente al día siguiente e incluso meses después, esto ya no sea así.
Es aquí donde las complicaciones aparecen, ya que la divisa es variable. Esto puede ocasionar un problema económico, que se verá reflejado en el pago de las cuotas. En otras palabras, si la divisa elegida no se mantiene por debajo del euro, representará un cobro de intereses mucho más alto de lo esperado.
La popularidad de pedir préstamos en esta modalidad nace por el interés de querer aprovechar la depreciación de la moneda extranjera, pero, ¿qué ocurre cuando es el euro es el que se deprecia?
La situación anteriormente planteada, es justamente la que se repite a diario con este tipo de solicitud de préstamos, puesto que con el pasar del tiempo la gran mayoría de los clientes terminan pagando un importe mayor al valor del préstamo.
Pongamos el ejemplo de lo ocurrido con las hipotecas multidivisa.
Estas modalidades de hipoteca fueron presentadas por las entidades bancarias a la gran mayoría de clientes, como una alternativa eficaz para pagar intereses más bajos en monedas diferentes, sobre quienes tenían una hipoteca referenciada en euros.
¿Qué ocurrió?
El euro se depreció, las monedas extranjeras subieron su valor, los clientes empezaron a notar como sus hipotecas y los intereses iban subiendo su importe, y como poco a poco terminaban pagando una cantidad superior a la solicitada.
Esa garantía de estabilidad y ese aprovechamiento de la fluctuación de la moneda, empezó a no dar frutos y a convertirse en un verdadero problema.
Fue en ese punto donde los bancos fueron colocados en el ojo del huracán.
El pasado 15 de noviembre el Tribunal Supremo sentenció a las hipotecas multidivisa como nulas parcialmente, por abusivas.
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Lo anterior, porque en la mayoría de los casos los clientes demostraron que no recibieron la información necesaria para entender la raíz compleja de la modalidad multidivisa, lo que les impidió tomar decisiones fundadas y prudentes sobre el servicio que estaban adquiriendo.
Es decir, se les ofertó un servicio financiero de alta sensibilidad, pero nunca se les explicó sobre los factores de riesgo. En este caso, se presentó un posible desequilibrio entre el banco y el cliente, dando paso a un incumplimiento de la buena fe.
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