Pasar por una intervención quirúrgica nunca es un proceso sencillo. Se mezclan la ansiedad, el miedo y la confianza depositada en un equipo médico que tiene en sus manos algo tan valioso como la salud. En la mayoría de los casos, las operaciones transcurren sin mayores complicaciones y cumplen con el objetivo esperado. Sin embargo, existen situaciones en las que el procedimiento no se realiza de forma adecuada y las consecuencias pueden ser graves, tanto física como emocionalmente. Un ejemplo de ello son las cirugías relacionadas con el aparato digestivo, donde un error puede derivar en secuelas permanentes o en la necesidad de nuevas intervenciones.
Cuando esto ocurre, muchas personas no saben por dónde empezar ni cuáles son los pasos adecuados para reclamar. El objetivo de este artículo es explicar, de una manera clara y cercana, cómo actuar si se sospecha que una operación no fue realizada correctamente y qué opciones existen para exigir una reparación justa.
Qué significa una operación mal realizada
Una operación mal realizada no siempre implica negligencia médica. La medicina no es una ciencia exacta y existen riesgos inherentes a cualquier intervención. Sin embargo, hay una diferencia clara entre una complicación inevitable y un error que pudo evitarse.
Se considera que una operación está mal realizada cuando:
- No se siguieron los protocolos médicos adecuados.
- Se cometieron errores técnicos durante la intervención.
- No se informó correctamente a la persona sobre los riesgos y alternativas.
- El postoperatorio no recibió la atención necesaria, agravando la situación.
El impacto de estos errores puede ir desde molestias leves hasta daños irreversibles, e incluso poner en riesgo la vida.
Cómo identificar si hubo una mala praxis
Darse cuenta de que algo no salió bien tras una operación puede ser confuso. El dolor, la recuperación lenta o la aparición de complicaciones pueden generar dudas legítimas. Algunos indicios que pueden alertar son:
- Síntomas que no coinciden con lo esperado para el tipo de intervención realizada.
- Recaídas frecuentes o necesidad de nuevas cirugías poco después de la primera.
- Informes médicos contradictorios.
- Falta de explicaciones claras por parte del equipo médico.
- En estos casos, lo más recomendable es solicitar una segunda opinión médica independiente. Esa valoración puede ayudar a confirmar si lo sucedido forma parte de los riesgos normales o si hubo un error.
El impacto emocional y personal
Más allá de lo físico, una operación mal realizada puede dejar una huella emocional muy profunda. Muchas personas sienten desconfianza hacia el sistema sanitario, miedo a futuras intervenciones y, en ocasiones, frustración por no ser escuchadas cuando expresan sus dudas.
También puede haber un impacto en la vida cotidiana: incapacidad para trabajar, limitaciones en la vida personal o familiar y la carga de gastos adicionales derivados de tratamientos o rehabilitaciones posteriores.
Reconocer este impacto emocional es clave para entender que reclamar no es solo una cuestión económica, sino también una manera de buscar justicia y recuperar la confianza.
Pasos iniciales para reclamar
Cuando surge la sospecha de que una operación se realizó de manera incorrecta, lo primero es mantener la calma y actuar de manera organizada. Estos son los pasos iniciales más importantes:
- Reunir la documentación médica: informes de la operación, pruebas diagnósticas, resultados de laboratorio y cualquier documento relacionado.
- Solicitar la historia clínica completa: toda persona tiene derecho a obtenerla en el centro donde fue atendida.
- Buscar una segunda opinión: un especialista ajeno al hospital donde se realizó la operación puede dar una visión más objetiva.
- Documentar las secuelas: fotografías, informes médicos posteriores y cualquier prueba que demuestre los daños sufridos.
Vías de reclamación disponibles
Una vez confirmada la sospecha de mala praxis, existen diferentes vías para reclamar:
1. Reclamación administrativa
En los hospitales públicos, se puede presentar una reclamación ante el propio centro o ante la administración sanitaria correspondiente. Esta vía suele ser más rápida, aunque en ocasiones se limita a una compensación parcial.
2. Vía civil
A través de la vía civil se puede reclamar una indemnización económica por los daños sufridos. Este proceso requiere la intervención de un abogado especializado en negligencias médicas y suele basarse en informes periciales que demuestren el error.
3. Vía penal
Se utiliza en casos graves donde hubo imprudencia temeraria o consecuencias especialmente dañinas, incluso con riesgo vital. No es la vía más común, pero puede aplicarse cuando la negligencia fue evidente.
La importancia de los informes periciales
Los informes periciales médicos son fundamentales en cualquier reclamación. Se trata de evaluaciones realizadas por especialistas independientes que analizan toda la documentación y determinan si hubo un error y cuál fue su impacto.
Un buen informe pericial puede marcar la diferencia entre que una reclamación prospere o no. Por eso, contar con profesionales de confianza y con experiencia en este tipo de casos es clave.
Plazos para reclamar
Los plazos para interponer una reclamación por una operación mal realizada dependen de la legislación de cada país. En algunos casos se cuentan desde la fecha de la intervención; en otros, desde que se tiene conocimiento del daño.
Esto significa que esperar demasiado tiempo puede hacer que la reclamación ya no sea viable. Por eso es importante asesorarse cuanto antes, incluso si aún no se tiene toda la certeza de lo ocurrido.
Consejos prácticos para afrontar el proceso
- No actúes impulsivamente: es normal sentir enojo, pero conviene dar pasos firmes y bien fundamentados.
- Busca apoyo emocional: hablar con familiares, amistades o incluso un profesional puede ayudar a sobrellevar el proceso.
- Infórmate bien: la claridad sobre los derechos y opciones disponibles reduce la incertidumbre.
- Elige profesionales especializados: abogados y peritos con experiencia en negligencias médicas son esenciales.
Experiencias de personas afectadas
Quienes han pasado por una operación mal realizada suelen coincidir en algo: lo más duro no fue solo el daño físico, sino la sensación de impotencia. Algunos relatan cómo tardaron meses en comprender que lo ocurrido no era una simple complicación, sino un error.
Otros cuentan que, al iniciar una reclamación, sintieron un gran alivio, no tanto por la compensación económica, sino por el reconocimiento de que su experiencia era real y merecía ser escuchada. Estas historias reflejan la importancia de dar voz a quienes han sufrido y de garantizar que situaciones similares no se repitan.
Conclusión
Una operación mal realizada no es solo un hecho médico: puede transformar la vida de una persona en muchos sentidos. Reclamar en estas circunstancias es un derecho legítimo, no un capricho.
Conocer los pasos adecuados, apoyarse en profesionales y reconocer el impacto emocional del proceso son claves para afrontar una reclamación con serenidad y firmeza. Al final, más allá de lo económico, se trata de recuperar la dignidad y la confianza en un sistema que debe estar siempre al servicio de la salud y del bienestar de las personas.